Dano: “Quiero seguir aportando a la cultura hip hop”
El rapero y productor argentino radicado en Madrid, Dano, presenta ‘El Hombre Hace Planes, Dios Se Ríe’, un mixtape con colores nuevos y las barras de siempre.
Basta una búsqueda en Google para que la cosa quede clara. “Un día en la ‘narcoesquina’ de Lavapiés: así se explica la degradación de un barrio”, titula el periódico El Confidencial; “Drogas, sexo e inseguridad en las calles de Lavapiés”, resalta La Razón; “La lucha contra la droga en Lavapiés: 14 narcopisos desmantelados y una ‘ventana’ de ayuda a pie de calle”, se lee en El País. La lista es grande. Sin embargo, falta el reportaje más agudo de todos los que han surgido durante los últimos meses alrededor de la compraventa de pasta de cocaína en este crisol multicultural del centro de Madrid. Lo firma Dano, uno de los vecinos de Lavapiés, que en su nuevo álbum El Hombre Hace Planes, Dios se Ríe manifiesta lo que lo rodea en ese bloque caliente y repleto de nieve.
No hay condescendencia en su registro, sino humanidad y perspectiva; habla de los consumidores como personas con aspiraciones más allá de lo que entra por sus fosas, con nombre y vida propios.
“Hay una intensa historia en cada adicto”, rapea en La Base. Con mirada atenta y verbo generoso, aclara que no los juzga, pues sabe que son víctimas del abandono, de sus traumas o del reloj. Entiende que acabar en la calle pegados de una pipa no estaba entre sus planes. Pero, lo sabemos, más arriba de las nubes retumba una carcajada cuando los mortales piensan que pueden esculpir su destino.
Cuando solo le alcanzaba para comer pasta y arroz, en Equilibrio (2012), Dano se declaró como un pobre por decisión cuya religión era morir haciendo rap. Los 20 dieron paso a los 30 y esa transición la capturó en Istmo (2019), con el que pagó deudas con el rap y consigo mismo.
Ya con 37 años, Dano saborea la miel tras décadas de sudor amargo. En El Hombre Hace Planes, Dios Se Ríe, publicado por Mécèn Ent., sus sueños de adolescencia están cumplidos, los recibos de la luz son pagados con rap, hay sobres de efectivo sobre la mesa y su obra está en las pantallas de Times Square.
“No está mal para haber sido pobres”, admite en Picapollo, como maravillado de los escalones que ha trepado, aunque en Introspect acepta con candidez que no ha aprendido a ahorrar: esa comodidad que retrata todavía es nueva para él.
Unas semanas después de lanzar el disco, responde mis preguntas por notas de voz de WhatsApp. “Me encanta ver que no estaba tan loco. Esto iba por acá y lo presentía”, me cuenta Dano, con voz soleada, al reflexionar sobre ese triunfo que pinta en esta nueva obra. “Es lindo poder hablar de cosas lindas, expresar el júbilo de poder haber conseguido algunas cosas que uno se planteaba y que uno soñaba”.
En contraposición del discurso manido, tan frecuente en el rap, que plantea el trabajo duro como el único requisito para erigirse como magnate, El Hombre Hace Planes, Dios Se Ríe esboza un camino largo y enredado, lleno de misterios que no se resuelven a punta de hustle. En La Herencia, Dano considera, atrapado entre sus genes y su entorno, si él es quien es por él mismo o por lo que su estructura familiar plasmó en su psique.
“Crecimos en el mismo portal, pero no nos afectó a ti y a mi por igual”, complementa en Gaviotas. Dano se pregunta qué es más determinante, si la agencia o la estructura. No responde y ahí está la gracia, en la tensión que emana del interrogante abierto.
“Nuestros planes son diminutos e insignificantes para el universo —Dios, Alá, las energías, llámalo como quieras—, que es mucho más grande que uno. Eso no quiere decir que los sueños no valgan, pero hay que reírse y entender que la vida es así, una gran ola que nos zarandea. Y, bueno, tenemos pequeños momentos en los que paramos, observamos, entendemos. Es una lección que tengo que aprender todavía: intentar tomarme las cosas más a la ligera”.
Siempre tras una cima hay otra, y otra. En El Hombre Hace Planes, Dios Se Ríe, Dano desea un Rolex, una casa en la playa y una silla Herman Miller que reemplace la de IKEA. La ambición no se agota. “Quiero el millón o nada”, dice en Operaciones; cuando mira su balance bancario sabe que no es Jay-Z y todavía quiere serlo, confiesa en Feelin It 2023.
Después de todo, cuenta en esa misma canción, la comodidad económica le empezó a llegar en los 30. Este es su primer proyecto en el que se siente la abundancia. Habla bien de él y de sus cualidades como escritor que eso no implique letras desconectadas y presumidas. Al contrario, el hambre sigue ahí, por él y por los suyos.
“Desgraciadamente todavía no vivo en una mansión, no me entra la vida en el departamento en el que estoy. No, evidentemente la plata es importante, pero que sea para el bienestar, para estar bien, no solo para acumular plata. Siento que todavía queda mucho por aportar, por hacer y por crecer”.
A la vez, las crisis y las inseguridades no son periódico de ayer. Dano solo las sugiere, no las revela, pero es claro que van más allá de si dejar o quitar la intro celestial del disco. “La vida pasa, las situaciones son complejas, hermano: siempre hay inseguridades. Es lo que nos hace humanos, el miedo es lo que nos lleva a superarnos”.
En la apertura de El Hombre Hace Planes, Dios Se Ríe, Dano cuenta que al ver su vida pasar escucha un coro de ángeles. Quizá son los amigos que ha perdido y a los que representa a lo largo del disco. La óptica de primera persona singular desde la que narra se abre hacia el plural cuando recuerda con dolor los velorios a los que ha asistido y no quiere repetir.
Con Billetes es un trofeo que se levanta hacia lo alto, y desde ese podio riega licor en el asfalto para recordar a sus difuntos, a los que juntaban monedas para alcanzar la luna, a los que los dramas les llegaban hasta las rodillas y las rachas jodidas les torcían la cara. No podría levantarlo si no fuera por ellos. Es más: tal vez él pudo ser uno de ellos. Tal vez los sacrificios de sus padres, y las enseñanzas con ese Korg usado, lo salvaron.
Rap victorioso
“Acostumbrados a malas noticias”, suspira: otra forma de enunciar el título del disco, en el que se siente el peso y el paso de los años. Este es rap victorioso para destapar champaña, pero consciente de lo cerca que estuvo de no serlo.
Para alguien que se define como un jodido enfermo del control, aprender a compartir y delegar es un desafío severo. Por eso el proceso del disco fue difícil emocionalmente para Dano, porque a medida que su operación se ha expandido y consolidado, que los coqueteos con la industria se han intensificado—fíjate en los créditos y notarás la presencia de Sony Music Publishing—, también ha llegado más gente que está pendiente de sus ritmos y sus fechas, gente que queda mal si él retrasa el calendario porque esa caja de ese tema no está como debe estar y tiene que quedar perfecta.
Esa búsqueda, o los cuatro días en el estudio sin dormir, son lo que hacen Dano a Dano, tanto como las gafas redondas o ir de Polo de cabeza a pies. Súmale esto a la lista de pendientes en cuanto a crecimiento personal y profesional. “I’m on it”, asegura Dano. “Estoy en ello”.
Lujos de productor
Istmo impactó como un obús en febrero de 2019; por sus beats, por sus letras, por su todo redondo y pulido. Todavía queremos saber cuál es el sample de Lejos y celebramos las referencias que se captan a la vigésima escucha. Fue un proyecto crucial: el alma de Dano condensada en un álbum cuya idea venía desde los tiempos de La Casa de la Luz, su antigua guarida.
Así pues, al comenzar a pensar en un nuevo disco, avanzó en la dirección opuesta. Solo quería rapear bien sobre buenos beats con gente buena, hacer buenos temas con buenas melodías. Punto. Para dejar claro que lo que venía no iba a ser Istmo 2, ni quería serlo, lo presentó como un mixtape, con DJ Swet en los unos y doses; un mixtape inspirado en la tradición de finales de los 90, para ser más precisos, esa que lo formó.
Aunque el streaming ha difuminado la frontera entre formatos, este concepto —libre y silvestre— moldeó todo El Hombre Hace Planes, Dios Se Ríe, hasta los infinitos mensajes de voz que cierran las canciones, como si fueran gritos de Kid Capri o Funkmaster Flex. Frente a la esbeltez de Istmo, EHHPDSR abraza el exceso.
“Las mixtapes eran la manera de descubrir a los nuevos rappers, de escuchar juntes que habitualmente no pasaban por movidas de labels, de escuchar a la gente rapear en beats de otros rappers; rappers que venían de la West Coast rapeando en beats de Wu-Tang, o rappers de Nueva York rapeando en beats de Snoop Dogg. Eso solo pasaba en las mixtapes, no en los álbumes”, recuerda Dano. Con esa marco de experimentación como referencia eligió los colores y los colaboradores: unos, del danoverso de antaño; otros, escupidores contemporáneos que avanzan por la senda que Ziontifik contribuyó a pavimentar años atrás; y nuevos refuerzos cuyo talento admira y le hace sentir algo.
En la arquitectura de El Hombre Hace Planes, Dios Se Ríe pesa más su faceta como productor que como rapero, afirma, más en la visión curatorial que en la manufactura de los beats; como Westside Gunn, pero si su país hubiera ganado la Copa del Mundo. “Realmente fue un disco el que yo me quería dar lujos de productor”, insiste Dano.
Esa exploración respira viva en “Susurrar”, un R&B que empaña cristales en el que Dano produjo las voces, las armonías y los arreglos vocales de su invitada de honor, Juicy Bae, más acostumbrada a dembows que al universo rapero.
“Evidentemente no soy un cantante de R&B, pero el R&B es una vaina muy fuerte en mi vida, siempre lo ha sido, desde chiquito”, explica Dano, que durante los últimos años ha trabajado como productor vocal con cantantes como KYNE, Lali y Cazzu. Sin esa experiencia quizás no habría podido hacer Susurrar así. Y sin esa experiencia, sin esa seguridad, no existiría otro rasgo distintivo de El Hombre Hace Planes, Dios Se Ríe: los coros. Aunque ya había algunos en Istmo, en más de la mitad de EHHPDSR—incluso en temas como La Base, producido por Manu Beats, y Picapollo, ambos de sonido mugriento— Dano exhibe su gusto y maña para pasajes melódicos que dinamizan las canciones; incluso como armonías de fondo, ad-libs cantados. De hecho, esta vena melódica refleja la época que inspira al disco: álbumes de finales de los 90 como The Score, Reasonable Doubt e It Was Written ostentan coros de R&B en temazos de rap sin dejar de ser durísimos. “Disfrutar algo distinto, aplicar nuevos skills. La melodía es lo que se le pega a la gente en el oído y está perfecto, hay que usarlo a favor de uno”, propone Dano.
Los lujos continúan en Santo Grial, un retorno a su Argentina natal con Duki y Nico Mir, que describe el tema como un falso trap: trap en cuanto ritmo, pero con samples y breaks. “Como productor, me fascinaba la la idea de juntar a Duki y Nico: uno de los exponentes con más éxito de la movida en Argentina y uno de los liricistas más top; dos bestias conmigo en el medio”, explica sobre el tema, que inicialmente fue grabado sobre un drumless que, al final, Dano consideró demasiado raro y de nicho.
Duki lo compara con LeBron James y el símil tiene sentido: dos veteranos con múltiples anillos que se mantienen en su prime en un juego de jóvenes, que disfrutan de anotar tanto como de repartir juego y asistir. Y así como a LeBron le preguntan por Wembanyama, yo le pregunto a Dano por la nueva generación argentina y qué ha aprendido de ella. “Lo que más me emociona de Argentina es su capacidad de industrialización rápida, pese a la inestabilidad económica y todos los retos sociales. Admiro su hambre y resiliencia de cara a armar algo rápido, equiparse y profesionalizarse. Cuando un pibito o una pibita están haciendo ruido, de repente ya tienen managers, una estructura, labels mirando la movida: todo se profesionaliza muy rápido. Es algo de lo que todos podríamos aprender, aún si, como todo, tendrá sus sombras y consecuencias en un futuro”.
En cada colaboración de El Hombre Hace Planes, Dios Se Ríe hay fundamento e intención. Es un mixtape, pero el autor es Dano: no hay cabos sueltos. En Why U Actin’, Dano invita —probablemente para sorpresa de buena parte de su público y el mundo de las barras— a Gloosito y sus rapeos mascados a montarse en una pista que rítmicamente encaja en el modo Detroit de hoy, pero que musicalmente evoca el de hace dos décadas, como si Sada Baby se sentase a la mesa con J Dilla.
El patrón se repite: ritmos extraños con música de la casa; jugar de visitante y a la vez de local. Estos diálogos intergeneracionales de Why U Actin’, incluyendo los flows que Dano despliega para adaptarse a escenarios que no suele pisar, son la gasolina del disco, en buena parte porque por los parlantes se filtra la alegría y curiosidad con la que se acerca a ellos: esas son dos cualidades resistentes al tiempo y que acorazan a EHHPDSR. “Para mí, lo que compensa todo el business personal que tenía Istmo son esos lujos que me puedo dar como productor. Quizás estos son beats que siempre hice, pero la gente lo sabía porque no salían o eran de otros trabajos. Por ahí va lo nuevo, a lo que me quise abrir”, comenta.
No todos son paisajes nuevos, claro. Hay espacio de sobra para rap estricto rompecuellos como el de “Operaciones”, con Hoke. Y así como juega con tonos e intenciones, deja claro cuál es su escuela y a qué suena. Suena a lo que también suenan otros como él, una cofradía de griots que impulsa la esencia hacia adelante para oxigenarla.
“Es hermoso ver que el legado no queda obsoleto, que revive con fuerza y toma una nueva forma en las mentes de una nueva generación”, acota Dano. Asimismo, Picapollo, con Ill Pekeño y Ergo Pro, es un mapa de Madrid. “Ellos son mis hermanitos, soy fan. ¿Qué más te puedo decir? Qué más lindo que poder ser fan de tus hermanos. Se merecen todo lo que les está pasando y mucho más, todavía. Tengo muchas ganas de construir con ellos y producirles discos enteros. Estamos muy en sintonía. Yo me llevo bien con un montón de artistas, pero con Peke y Ergo compartimos sonido, artistas favoritos, mucha locura con las barras y la manera de escribir”.
De esta forma, El Hombre Hace Planes, Dios Se Ríe se perfila como una bitácora de lo que ha sucedido y también de todo lo que todavía puede suceder con esta cosmovisión del rap desde Madrid; los homenajes sutiles encriptados en referencias y outros, como la presencia de Joka Jr. Suárez, dejan claro cuál es la geografía de esta mierda.
Desde hace años que la racha que Dano surfea ha sido notable y no parece que vaya a aminorar la marcha. Ha hecho lo que le gusta y ha funcionado. Su gusto es amplio, puede incluir reggaetón, pop o house en su faceta como productor; algún día hará un disco de R&B, asegura. Pero lo que sigue sin duda se rige principalmente por la cultura hip hop.
“Seguir aportando y aprendiendo de esta cultura afroamericana y afrolatinoamericana, seguir aprendiendo y seguir respetando, aportando, compartiendo. Y creciendo en presupuesto, pero para que el producto sea mejor. Seguir creciendo en ramificaciones, moda, merch, físicos, acabados, comunicación, medios, todo. Pero siempre hacer crecer la cultura. Obviamente todos tenemos que comer y queremos tener una casa, queremos cuidar a nuestra familia, pero para mí es importante la parte cultural, y no olvidarme de eso. Es lo que más me gusta. No es demagógico, me apasiona”, finaliza. Cuando llegue la colabo con Nas, Dano podrá decirle que se equivocó: a sus cincuenta años, el hip hop está más vivo que nunca.