El escándalo de Javier Milei con $LIBRA: qué es el «rug pulling» y qué recomiendan los expertos para evitar este tipo de estafas con criptomonedas

Subir un 1.300% en cuestión de horas para desplomarse en cuestión de segundos. Eso es lo que hizo el pasado 14 de febrero $LIBRA, la criptomoneda que el presidente de Argentina, Javier Milei, promocionó a través de sus redes sociales.
La publicidad del mandatario, quien luego se distanció del proyecto, ayudó a atraer a unos 40.000 inversores.
Según los expertos, la debacle de la criptomoneda, que hizo que miles de personas perdieran su dinero, podría tratarse de un caso de «rug pulling» (algo así como «tirar de la manta» o «tirar de la alfombra» en español), una estafa repetida muchas veces en el mundo de las monedas digitales y que lleva años en la mira de las autoridades financieras de todo el mundo.
En el «rug pulling», se crea una criptomoneda y se promociona profusamente para convencer a los inversores de que la compren e inviertan dinero en ella.
«Por lo general, intentan generar la mayor expectativa posible -casi siempre contratando celebridades para respaldar el producto- antes de tomar el dinero de los inversores y desaparecer», le explica a BBC Mundo Eduardo Valpuesta, director del Máster en Derecho Digital de la Universidad de Navarra, en España.
Cuando el valor de la moneda crece porque cada vez más inversores la quieren, los desarrolladores -que mantienen la mayor parte de las acciones del proyecto- las venden de golpe de forma masiva, lo que produce un abrupto desplome del valor. «Tiran de la manta» y todo se viene abajo.
Pese a que a primera vista el proyecto parece legítimo, la verdadera intención de los desarrolladores es acumular tantos fondos como sea posible y desaparecer abruptamente dejando a los participantes con tokens -monedas- sin valor.
En el caso de lo sucedido en Argentina con $LIBRA, cuyos impulsores aseguran que se trata de un negocio legítimo, el respaldo del presidente, quien cuenta con 3,8 millones de seguidores solo en la red social X, fue suficiente para llamar la atención.
Y quienes invirtieron probablemente tenían en mente lo que pasó en enero con la criptomoneda TRUMP, que en pocas horas subió como un cohete tras un mensaje en redes del presidente de Estados Unidos.
«Luego es muy difícil demandarles y recuperar el dinero. Para empezar habría que demostrar que hubo un fraude. Y sobre todo es complicado saber quiénes son, dónde hay que demandarles, conforme a qué normativa, y como ejecutar una posible sentencia condenatoria», explica Valpuesta.
El profesor recuerda que entre 2015 a 2018 hubo muchísimas emisiones de monedas digitales en las que se repitió este patrón: «Los emisores lanzaban la moneda, y luego decían que el negocio no había funcionado y que no había dado rentabilidad».
«No había forma de saber si realmente el negocio no había resultado, o es que ellos se habían quedado el dinero y no habían hecho nada. Un emisor de esos no es una sociedad tradicional que tiene una serie de controles. Son emisores constituidos en el ciberespacio, difíciles de someter a un poder concreto».
Por lo general, las criptomonedas legítimas tienen un objetivo. «Sirven para algo en el entorno digital. Con Bitcoin podemos realizar pagos en el ciberespacio como alternativa a los pagos bancarios y Ethereum, por ejemplo, inventó los contratos inteligentes», explica Andrea Baronchelli, profesor de Ciencias de la Complejidad de la City University de Londres y miembro del Instituto Alan Turing.
«Otras como Tether, tienen como objetivo mantener la paridad con el dólar, y son útiles, por ejemplo, si quieres enviar remesas al extranjero porque evitas muchas comisiones».
«Entre los proyectos cripto establecidos y los fraudulentos hay una línea muy fina, pero los últimos se caracterizan casi siempre por ser pequeños desarrollos que no tienen nada detrás o en los que la moneda no tiene ninguna utilidad», añade Baronchelli.
Según los expertos, no hay que dejarse engañar, más si no se entiende el objetivo de la criptomoneda. Pero si uno decide participar, hay que investigar al equipo detrás del proyecto y la tecnología que usan, y desconfiar de la falta de transparencia.
Tomada de BBC